El notable caso de Justa de la antigua Herculano

Lindsey Hall

Mientras investigaba la Casa del Bicentenario, descubrí un testimonio extraordinario de la vida de la gente común en la antigüedad: una batalla documentada por la custodia de una adolescente llamada Justa que revela las complejas realidades de la libertad, la familia y la fortuna en la sociedad romana.

Un niño nacido entre mundos

En el año 62 d. C., Petronia Vitalis, esclava de la casa de Cayo Petronio Esteban y su esposa Calactoria Temis, dio a luz a una hija a la que llamó Justa. Casi al mismo tiempo, Petronia recibió la libertad de sus dueños; un momento que desencadenaría un drama legal que se extendería por casi dos décadas.

Como era común en el mundo antiguo, Petronia continuó sirviendo a sus antiguos amos incluso después de la manumisión. La recién nacida Justa se convirtió en la niña mimada de la casa, criada no como una niña esclava, sino como una hija querida. Durante una década, este peculiar arreglo familiar floreció, con la madre liberada, su hija en crecimiento y sus antiguos dueños compartiendo lo que parecía ser un afecto genuino y prosperidad mutua.

Cuando el amor se convierte en una batalla legal

Alrededor del año 72 d. C., la armonía se quebró. La causa exacta se desconoce, pero las relaciones entre Petronia y la familia se deterioraron tanto que ella decidió abandonar el hogar y llevarse consigo a su hija de doce años.

La familia tenía otros planes. Lucharon por conservar la custodia de Justa, iniciando un proceso legal que se prolongaría durante años. Inicialmente, Petronia prevaleció, aunque aparentemente se le exigió algún tipo de compensación para asegurar la libertad de su hija. Madre e hija partieron juntas, aparentemente victoriosas.

Pero su triunfo duró poco.

La fortuna y la tragedia entrelazadas

Dos acontecimientos devastadores transformaron el caso por completo. Primero, Petronia Vitalis falleció inesperadamente, dejando a su hija adolescente huérfana, pero adinerada; la emprendedora liberta había amasado una fortuna considerable durante sus años de libertad. Segundo, Calactoria Themis enviudó, perdiendo a su esposo y quizás su seguridad económica.

Ya sea por un dolor genuino, por la desesperación económica o por un oportunismo calculado, probablemente una combinación de las tres, Calactoria inició un nuevo proceso legal. Alegó que Petronia había sido liberada tras el nacimiento de Justa, lo que la convertía técnicamente en su propiedad. De prosperar, Calactoria no solo tendría la custodia de la niña que había ayudado a criar, sino también el control de la cuantiosa herencia de Justa.

Un caso para la historia

La complejidad del caso, que involucraba cuestiones de derecho de la esclavitud, plazos de manumisión, derechos de propiedad y custodia de menores, requería experiencia más allá de los magistrados locales. En el año 75 d. C., el asunto se remitió a la propia Roma, donde testificaron testigos y se acumularon declaraciones en lo que debió ser uno de los procedimientos legales más complejos de la época.

Durante cuatro años, mientras Justa pasaba de niña a joven, su destino pendía de un hilo en la jurisprudencia romana. Cuando el Vesubio entró en erupción en el año 79 d. C., sepultando Herculano bajo ceniza volcánica, el caso quedó sin resolver. Nunca sabremos si Justa obtuvo su libertad o lo perdió todo para su antigua familia.

Una voz de las cenizas

Lo que hace posible esta historia es un milagro arqueológico. Cuando los excavadores desenterraron la Casa del Bicentenario, encontraron una caja de escritura carbonizada en una habitación del piso superior, cuyos documentos se conservaron gracias a la misma catástrofe que puso fin a la historia de Justa. Estos frágiles papiros nos ofrecen una perspectiva sin precedentes de las luchas íntimas de una familia romana común y corriente; las esperanzas, traiciones y maquinaciones legales que moldearon la vida de una joven hace casi dos milenios.

La historia de Justa nos recuerda que tras las grandes narrativas de emperadores y conquistas se escondían innumerables dramas personales de libertad y esclavitud, amor y pérdida, igualmente significativos para quienes los vivieron. En los documentos preservados de esta antigua batalla por la custodia, vislumbramos no solo la historia legal, sino también las experiencias humanas universales que nos conectan a través de los siglos.

House of the Bicentenary
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