Lucio Cornelio Sila sitia Pompeya en el año 89 a.C.

Lindsey Hall

El año 89 a. C. encontró a los defensores de Pompeya custodiando sus antiguas murallas, observando con creciente alarma la llegada de las legiones romanas desde el norte. Lo que presenciaron no fue una invasión extranjera, sino algo mucho más preocupante: sus antiguos aliados romanos que venían a aplastarlos. La visión de las disciplinadas formaciones de Lucio Cornelio Sila avanzando hacia sus puertas marcó un momento crucial que cambiaría para siempre esta próspera ciudad de Campania.

El camino hacia la rebelión: comprender la guerra social

Pompeya había sido aliada de Roma durante mucho tiempo, pero a finales del siglo II a. C., la relación se había deteriorado. Al igual que muchas comunidades italianas, los ciudadanos de Pompeya estaban cada vez más resentidos por su estatus de segunda clase dentro del sistema romano. Aportaban soldados a los ejércitos romanos y pagaban impuestos, pero se les negaban los plenos derechos de ciudadanía que les otorgarían representación política y protección legal.

El punto de inflexión llegó en el año 91 a. C., cuando la Guerra Social (del latín socii , que significa aliados) estalló en la península itálica. Los aliados italianos exigieron ciudadanía, impuestos justos y el fin de su subordinación. Al fracasar las soluciones diplomáticas, muchas comunidades se alzaron en armas contra su antiguo patrón. Pompeya, a pesar de su larga historia de cooperación con Roma, se unió a esta lucha por la igualdad.

El comienzo del asedio: la campaña de Sila del 89 a. C.

En la primavera del 89 a. C., Sila se acercó a Pompeya con sus legiones aguerridas, probablemente avanzando por la carretera costera desde la actual Nápoles. El asedio se centró en la sección norte de las defensas de la ciudad, en particular alrededor de la Puerta de Herculano (conocida en la antigüedad como la Puerta de la Sal) y la adyacente Puerta del Vesubio. Esta decisión estratégica era acertada; el camino que atravesaba la Puerta de Herculano proporcionaba la ruta más directa a Nápoles y otros importantes centros de población.

La evidencia arqueológica aún da testimonio de la intensidad del asalto romano. Las excavaciones han revelado numerosos proyectiles (piedras, puntas de lanza y otros proyectiles) incrustados en las murallas y esparcidos por los distritos del norte de la ciudad. Las antiguas fortificaciones muestran claros signos de deterioro, con secciones de muralla que muestran reparaciones que datan del período inmediatamente posterior al asedio.

Resistencia organizada: las inscripciones oscanas

Quizás la evidencia más notable de la resistencia de Pompeya proviene de las inscripciones eituns , descubiertas en ocre rojo en varios muros de la ciudad. Escritas en escritura osca, la lengua itálica local de la región, estas marcas tácticas dirigían a los defensores a sus posiciones asignadas durante el asedio.

Las inscripciones revelan un sofisticado nivel de organización militar entre los defensores pompeyanos. El hecho de que pudieran coordinar su defensa mediante órdenes escritas sugiere no solo una amplia alfabetización en osco, sino también un sistema de mando bien estructurado. El análisis arqueológico indica que estas inscripciones se aplicaron apresuradamente durante el propio asedio, lo que demuestra la capacidad de los defensores para adaptarse y comunicarse bajo extrema presión.

Sin embargo, a pesar de esta impresionante organización y su profundo conocimiento del terreno local, los pompeyanos no pudieron resistir indefinidamente el poderío militar de las legiones profesionales de Roma. La combinación de constantes ataques contundentes, tácticas de asedio y la presión psicológica de enfrentarse al general más capaz de Roma finalmente quebró la resistencia de la ciudad.

La caída y la transformación

El asedio concluyó con la rendición de Pompeya a finales del año 89 a. C., aunque la duración exacta del asedio no está clara según las fuentes antiguas. Las consecuencias fueron inmediatas y profundas. Sila fundó la ciudad como colonia romana, rebautizándola como Colonia Cornelia Veneria Pompeya en honor a su apellido (Cornelio) y a su deidad patrona, Venus.

Más significativamente, Sila asentó a un número considerable de sus veteranos militares en la ciudad, alterando fundamentalmente su carácter demográfico y cultural. Estos colonos romanos trajeron consigo el latín, el derecho romano y las costumbres romanas. La transformación fue notablemente rápida; en una generación, Pompeya había pasado de ser una ciudad italiana rebelde de habla osca a una comunidad completamente romanizada.

El legado del asedio

El asedio de Pompeya representa más que una simple victoria militar en la expansión de Roma. Marcó el fin de la existencia de Pompeya como comunidad italiana independiente y el comienzo de su vida como ciudad romana. Desde el año 89 a. C. hasta la catastrófica erupción del Vesubio en el año 79 d. C., Pompeya se desarrollaría como un centro urbano claramente romano, con anfiteatro, foros de estilo romano y las estructuras sociales que definieron la vida municipal romana.

Hoy en día, los visitantes de la Puerta de Herculano aún pueden observar las antiguas piedras que presenciaron el asalto de Sila. La propia puerta, una de las entradas más impresionantes y mejor conservadas de la antigua ciudad, se alza como un testimonio silencioso tanto de la resistencia de la ciudad como de su transformación. Las cuerdas y barreras modernas que protegen el yacimiento arqueológico habrían supuesto un pequeño desafío para los ingenieros de Sila, pero ahora sirven para preservar esta notable ventana a un momento crucial de la historia romana.

Fotografía tomada en marzo de 2025 en Pompeya.

Lucius Cornelius Sulla puts Pompeii under siege in 89BC
Regresar al blog

Deja un comentario

Ten en cuenta que los comentarios deben aprobarse antes de que se publiquen.