Eumachia: una mujer notable de la antigua Pompeya

Lindsey Hall

Una mujer de sustancia

Rara vez oímos hablar de mujeres independientes, exitosas y capaces en la antigüedad, pero Eumachia es una notable excepción. Fue empresaria y sacerdotisa en Pompeya, una mujer de considerable riqueza que llegó a ser matrona de un prominente gremio de la ciudad y, finalmente, financió uno de los edificios más grandes del foro. Su historia se revela principalmente a través de una inscripción en ese mismo edificio: un testimonio perdurable de su generosidad y orgullo cívico.

La estatua de mármol blanco que la representa, ahora conservada en el Museo Arqueológico de Nápoles tras su recuperación de las ruinas de Pompeya, presenta a una mujer con una palla elegantemente envuelta sobre una túnica y una estola, de estilo helenístico. Sorprendentemente, aún se aprecian restos de pigmento en su cabello, lo que ofrece una sugerente visión de la intensidad de los colores que antaño tuvieron estas antiguas esculturas.

El edificio que lleva su nombre

La estructura que los arqueólogos han denominado el Edificio de Eumachia fue una de las más impresionantes del foro de Pompeya. Fue mucho más que un proyecto vanidoso; fue una obra pública sustancial diseñada para satisfacer las necesidades de la comunidad. El edificio probablemente funcionó como sede del gremio de bataneros, los trabajadores textiles y tintoreros que formaban una de las asociaciones comerciales más importantes de Pompeya. Si bien los académicos continúan debatiendo su función precisa, lo que permanece indiscutible es la escala y la importancia del edificio para la vida comercial de la ciudad.

La inscripción dedicatoria que inmortalizó el nombre de Eumachia nos dice mucho sobre su estatus y afiliaciones. La identifica no solo como benefactora del edificio, sino también como sacerdotisa pública con vínculos con la familia imperial. Esta doble función —como figura religiosa y patrona cívica— ilustra cómo mujeres como Eumachia podían ejercer una influencia considerable, incluso en una sociedad que imponía restricciones formales a sus funciones públicas.

Navegando por la sociedad romana

El éxito de Eumachia es aún más notable si consideramos las limitaciones que solían limitar el papel de las mujeres en la vida pública romana. Las mujeres no podían ejercer cargos políticos ni votar; sin embargo, Eumachia supo ejercer una considerable influencia pública gracias a su riqueza, posición religiosa y mecenazgo estratégico. Su historia refleja una sofisticada comprensión de cómo desenvolverse en las redes informales de poder que operaban junto a las estructuras oficiales de Roma.

Su vínculo con el gremio de batanes fue particularmente notable. No se trataba de vínculos meramente ceremoniales: los miembros del gremio evidentemente la tenían en gran estima, pues posteriormente dedicaron su inscripción funeraria en la Necrópolis de Nocera, honrándola tanto en su muerte como en vida. Esto sugiere relaciones basadas en el respeto y el beneficio mutuos, más que en un patrocinio unilateral desde arriba.

La misericordia de no saber

No sabemos con exactitud cuándo vivió Eumachia, pero el edificio que financió se construyó durante el reinado del emperador Tiberio (14-37 d. C.), lo que sitúa su vida a principios del siglo I d. C. Su tumba en la Necrópolis de Nocera indica que no vivió para presenciar la catastrófica erupción del Vesubio en el año 79 d. C., que arrasó Pompeya y sepultó a sus habitantes bajo capas de ceniza y piedra pómez.

En cierto modo, este momento representa tanto la tragedia como la misericordia. Eumachia nunca presenció la destrucción de la ciudad y la comunidad a las que era claramente devota, ni vio su magnífico edificio reducido a ruinas. Se libró del terror de ese último día, cuando la montaña bajo la que había vivido se volvió mortal. Sin embargo, tampoco vio cómo perduraría su legado, preservado, irónicamente, por la misma ceniza volcánica que consumió la ciudad que ella ayudó a forjar.

Un legado en mármol

Hoy en día, los visitantes de Pompeya pueden contemplar una réplica moderna de la estatua de Eumachia entre las ruinas de su edificio, mientras que la original se conserva en el Museo Arqueológico de Nápoles. Ambas sirven como poderosos recordatorios del impacto de esta extraordinaria mujer en su ciudad. Su historia desafía las suposiciones modernas sobre las limitaciones de las mujeres en el mundo antiguo y demuestra que, incluso dentro de sistemas restrictivos, individuos excepcionales podían encontrar maneras de dejar una huella imborrable.

Eumachia representa algo preciado y a menudo ignorado en la historia clásica: la voz y la iniciativa de las mujeres que se negaron a permanecer como observadoras pasivas de su tiempo. A través del emprendimiento, el servicio religioso y la generosidad cívica, se forjó un papel significativo y perdurable en la vida pública de Pompeya.

Fotografía tomada en marzo de 2024 en el Museo Arqueológico de Nápoles.

Eumachia: A Remarkable Woman of Ancient Pompeii
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Marianne Rasmussen

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